Por Alejandro Berraquero
Su único delito
fue creerse lo que le dijeron sus progenitores, lo que cualquier persona le
diría a su hija en una situación así.
Pero
remontémonos al principio. En una habitación de hospital, una familia rebosa
felicidad junto a la hija, la sobrina, la hermana, la nuera, la cuñada
-distintos conceptos que definen a una misma persona- y su marido, que acaban
de ser padres. Pero ellos no son el centro de atención, sino una pequeña cuna
situada a la derecha de la cama de la madre junto a la que se agolpan
familiares y amigos para ver a la retoño.