domingo, 6 de abril de 2014

Aria



 Por Alejandro Berraquero
Su único delito fue creerse lo que le dijeron sus progenitores, lo que cualquier persona le diría a su hija en una situación así.
Pero remontémonos al principio. En una habitación de hospital, una familia rebosa felicidad junto a la hija, la sobrina, la hermana, la nuera, la cuñada -distintos conceptos que definen a una misma persona- y su marido, que acaban de ser padres. Pero ellos no son el centro de atención, sino una pequeña cuna situada a la derecha de la cama de la madre junto a la que se agolpan familiares y amigos para ver a la retoño.