domingo, 4 de enero de 2015

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? (Primera parte)

En primer lugar, feliz año nuevo, espero que estéis teniendo unas vacaciones de Navidad tan buenas -o incluso mejores- como las mías y que de verdad os guste este relato. Es puro diálogo, por eso está escrito como un guión de cine o de teatro. Espero que os guste este experimento literario. Un abrazo. Segunda parte: http://hastaquesecolapselainspiracion.blogspot.com.es/2015/01/esta-muerto.html
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Seguro que conoces algún restaurante de comida rápida. De acuerdo, pues imagínate alguna de sus mesas, y en ella a dos chavales. ¿Diecisiete, dieciocho, diecinueve? Sí, más o menos. Ambos están bien vestidos, pero desaliñados, con unas camisas elegantes, unos pantalones caros y unos zapatos de primeras marcas, pero todo sucio y arrugado. Están despeinados y no parecía importarles mientras se comían la hamburguesa típica de la franquicia con unas patatas fritas y un refresco.

Andrés: (Moviendo delante de él una patata como si eso reforzara sus palabras) ¿Pero sabes lo que quiero decir? Hablando en serio, no te habías parado a pensarlo, ¿Verdad?
Guillermo: Pues no, la verdad es que no.
Andrés: Párate a pensarlo, aunque tan sólo sea un segundo. Tú no crees en Dios, ¿No?
Guillermo: Claro que no.
Andrés: ¿Pero por qué? ¿Cómo puedes estar tan seguro de que no existe?
Guillermo: Porque es obvio.
Andrés: ¿Obvio? Hay gente que no lo tiene tan claro, es más, hay quién piensa que lo obvio es que existe.
Guillermo: Entiendo lo que quieres decir, pero es que aquellos que creen en Dios son los débiles, los que necesitan creer en algo para seguir hacia delante. Creen únicamente lo que quieren creer. Sino, dime, ¿Cómo pueden considerar sagrado un libro que ni siquiera se han leído?
Andrés: Creo que eso es debido a la educación.
Guillermo: ¿A la educación?
Andrés: Sí. Piénsalo. ¿Tú de qué equipo eres?
Guillermo: ¿Cómo que de qué equipo soy?
Andrés: Respóndeme y ahora te lo explico.
Guillermo: Del Madrid.
Andrés: ¿Y tu padre?
Guillermo: Coño, del Madrid hasta la médula. Pero además ya lo sabes, ¿Para qué lo preguntas?
Andrés: Para demostrarte que si te crías en un ambiente en el que el madridismo es algo normal, tienes muchas posibilidades de ser del Madrid. Pero claro, hay excepciones, hay muchas personas que, a pesar de ser su familia del Madrid, acaban siendo del Barcelona. Esto yo lo comparo con la religión y lo achaco a la rebeldía.
Guillermo: Te entiendo. Entonces, si mi familia es muy religiosa, yo generalmente sería religioso, a no ser que quisiese distanciarme de la forma de ser de mis padres, es decir, si fuese rebelde.
Andrés: Exacto.
Guillermo: ¿Por eso no eres tú creyente? Tengo entendido que tu padre es tan religioso que casi se mete a cura cuando era joven.
Andrés: No exactamente. En mi caso hay pequeños detalles que marcan la diferencia.
Guillermo: Explícate.
Andrés: Verás, aparte de que es un acto de rebeldía, es porque yo mismo me he dado cuenta de que la religión es algo absurdo. Por ejemplo, la iglesia dice que la labor en los países subdesarrollados es gracias a los misioneros, que son miembros de la iglesia católica, pero yo creo que decir eso es una barbaridad.
Guillermo: ¿Por qué?
Andrés: ¿No te das cuenta? ¡Nos han lavado a todos el cerebro! Es algo humano, y no cristiano eso de dar ayuda al pobre. La generosidad no la inventó Jesús. ¿Crees de verdad que si no existiese la iglesia no habría otra institución –sin necesidad de que fuese una secta –que ayudase a los más necesitados?
Guillermo: Nunca lo había visto así.
Andrés: Pero no es solo eso, es que veo a menudo noticias que hacen que me plantee seriamente en qué mundo vivimos y si Dios podría permitir eso.
Guillermo: Sorpréndeme.
Andrés: El otro día leí cómo un hombre arruinado, de unos treinta y pocos años, al cual habían desahuciado y no tenía familia, atracaba un banco para ir a la cárcel.
Guillermo: ¿Cómo?
Andrés: Lo que te digo, el tío llegó allí, gritó la típica frase y una vez todo el mundo se puso nervioso, pidió a los empleados de la sucursal que llamasen a la policía. Por lo visto el tío estaba tan desesperado que prefería quedarse sin libertad antes que morir de hambre en la calle.
Guillermo: (Hace una exclamación de asombro)
Andrés: ¿Ves a qué me refiero? ¿Cómo va a existir Dios en un mundo así?
Guillermo: Ahora que sacas el tema, el otro día leí una noticia que también me dio que pensar.
Andrés: Cuenta, cuenta.
Guillermo: Me quedé anonadado. Por lo visto, un hombre conoció a una mujer divorciada por una de esas páginas web de encontrar pareja. Se gustaron y tal, quedaron, y ¿A que no sabes qué? Fueron a casa de ella, y una vez allí la mató.
Andrés: ¿Pero la conocía de antes?
Guillermo: No, de nada. Por lo visto en cuanto empezó a besarla en su cocina se volvió loco, ella quiso escapar y se encerró en un armario de su cuarto. Entonces él la siguió, tirando parte de la vajilla al suelo a cada paso y gritando: “No te escondas…” y demás cosas así.
Andrés: ¿La vajilla? Joder, parece una auténtica película de miedo.
Guillermo: Eso mismo pensé yo. Pero lo curioso es que a la mañana siguiente detuvieron al tipo, y él en su declaración afirmaba ser un héroe que la había liberado y no sé qué historias más. Lo que yo te diga, como una auténtica cabra. Pero eso no es lo más extraño de todo.
Andrés: ¿A qué te refieres?
Guillermo: ¿Cómo podía saber el periodista que el hombre se volvió loco justo cuando la besaba en la cocina? ¿Y lo de los gritos?
Andrés: Hombre, lo supondría. Si le abrió la puerta de su casa, no se podía haber vuelto loco antes, y si había un rastro de platos de la cocina a su dormitorio… No habría que ser muy listo para imaginárselo.
Guillermo: Eso mismo pensé yo. ¿Pero qué hay de los gritos?
Andrés: Se lo diría algún vecino, porque dudo mucho que el asesino contase un detalle así.
Guillermo: A eso me refiero precisamente. Tu oyes caer cada plato, los gritos del hombre llamándola y, posteriormente, los gritos de ella al ser asesinada, ¿Y tú no haces nada por ayudarla? ¿Ni siquiera llamar a la policía? Podría no haber ningún vecino, pero ¿Y si te digo que en ese momento el edificio estaba completamente ocupado por sus dueños?
Andrés: Es cierto… Entonces, ¿Cómo puede haber gente así? ¿En serio no hicieron nada por ayudarla pero luego dieron macabros detalles al periodista? ¿Y todo para qué? ¿Para sentirse importantes? Seguro que incluso se inventarían algunos para tener algo que contar.
Guillermo: Con esto lo que te quiero decir es que no es tan humano eso de la ayuda al prójimo y la generosidad, sino más bien el egoísmo y el salvaguardarse uno mismo para evitarse problemas. No digo que sea necesaria la iglesia, ni muchísimo menos, la considero una secta muy poco necesaria en el mundo, pero si hace falta una institución que eduque a los humanos para que sean humanos. Quién sabe, puede que en el futuro no sea necesaria y sean los propios padres los que hagan bien su trabajo como padres.
Andrés: Eso es muy cierto. Pero escúchame, mientras me contabas todo eso me he puesto a mirar mi refresco, de ahí he pasado a las patatas, y por último a la hamburguesa. Luego he mirado mi reloj y he visto que son las seis de la mañana. Y lo peor es que no me acuerdo de nada. Guillermo, ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Guillermo iba a responder, sin embargo, se interrumpió cuando un policía le tocó el hombro. Venía seguido por otros tres miembros del cuerpo, de los cuales dos se aproximaron a Andrés mientras el que parecía el jefe decía:
-Quedáis detenidos por un homicidio cometido esta madrugada. Tenéis derecho a guardar silencio…
Y mientras los policías los esposaban y los llevaban al coche patrulla con sus derechos como banda sonora, Guillermo y Andrés se miraban anonadados intentando descubrir en su cabeza qué había ocurrido la noche anterior.


Por Alejandro Berraquero, a 4 de Enero de 2015 en hastaquesecolapselainspiracion.blogspot.com

1 comentario:

  1. Pienso que no es más que una forma de querer inducir unos pensamientos sobre la Iglesia etc , introducido en una historia que tampoco tiene mucho sentido. También tengo que decir que ha sido un final bastante inesperado , y has escrito cosas en las que nunca había parado a pensar.

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