Hamor
Hoy
voy a hablaros del amor, pero no de la forma en la que os esperáis que lo haga.
Parémonos
a pensar en las relaciones. Sí, ya sabéis, en todo eso que sucede entre los
besos de dos personas. Hoy día se les critica que tienen última conexión, celos
por culpa de las redes sociales y malentendidos basados en Internet. Pero seamos
realistas, eso no se puede criticar, porque como dijo un humorista, el amor
está actualizado. Antiguamente, podías estar saliendo con una persona y no
hablar con ella en una semana porque no podías verla, pero hoy día eso es
impensable. Gracias –o por culpa –de la tecnología, ni siquiera la distancia es
una excusa del todo satisfactoria. El teléfono móvil y a las aplicaciones de
mensajería instantánea propician que hablar veinticuatro horas al día con
alguien sea posible –aunque por supuesto, no recomendable.
¿Qué
quiere decir esto? Que el mundo se divide en dos grupos: Los que quieren querer
y los que simplemente quieren, es decir, los que están enganchados por esa
persona y necesitan demostrárselo continuamente y los que no sienten esa
necesidad.
Los
del primer grupo son los que se preocupan si el otro ha leído su mensaje pero
no le ha contestado en el acto, si se para horas conectado y no le habla, si no
le dice constantemente de verse, de quedar, de dar un paseo, de besarse. Éstos son
los que más sufren, sí, pero también son los que más felices pueden llegar a
ser.
Por
contraposición tenemos a los segundos, a los que se dejan llevar, a los
pasotas, a los que disfrutan más con la pose de duros que mostrándose tal y
como son. Les dan igual las conexiones. Bueno, rectifico, les gusta conectarse
a veces aunque sea un solo segundo para que al otro le quede constancia de que
ha estado ahí pero no depende de él.
Dicho
así, parece clara la solución, ¿No? ¿Por qué no nos esforzamos simplemente en
ser felices y nos dejamos de tonterías? ¿O es que somos tontos? Si todos nos
mostramos tal y como somos, sin temor a hacernos daño, nadie saldrá herido. Pero
si nos andamos con los engaños, con el intentar quedar por encima, con el ir de
difícil, tarde o temprano todos acabaremos solos.
Lo
ideal es cuando dos personas del mismo grupo se conocen y se gustan. Aunque lo
parezca, no es imposible. Conozco a quien incluso tengo el orgullo de
considerar mi amigo, que parece que lo ha encontrado. Sí, me refiero a esa
sonrisa tonta al hablar por teléfono y a esas ganas de hablar de ella
constantemente aunque no venga a cuento. Eso es lo bonito.
Cuando
paso al lado de una pareja, a veces –por desgracia, no todas las que me
gustaría –noto que están en su pompa, en un mundo aislado del resto, que están
conectados. Y sí, lo admito, siento envidia. Pero envidia sana. En alguna
ocasión, yo mismo iba de la mano de mi pareja cuando me ha pasado esto,
entonces me he parado y me he dicho a mí mismo, “Alejandro, ¿Qué estás
haciendo? Estás con alguien a quien no amas, besas pero no sientes, el corazón,
aunque suene a cursilada, en lugar de quedarse la sangre para sí mismo la
bombea y ésta se escapa.” Y entonces, sólo entonces, siento la necesidad de
huir. Porque desgraciadamente, nos conformamos con poco por el simple miedo a
quedarnos solos.
Hay
quien dice que ha estado enamorado, pero es mentira. ¿Qué por qué? Porque el
amor no se puede conjugar en pasado. Si amas, lo haces para siempre, desde que
te enamoras hasta que exhalas tu último suspiro. Que os parecerá incluso
extremista, pero es que el amor es así. Los que dicen que han estado
enamorados, no han sentido amor, sino obsesión. Sonará cruel, pero así lo veo
yo. Nos veo a todos obsesionados de alguien que se siente vacío. Tampoco es
cuestión de culpabilizar a la otra persona, seamos realistas, nadie controla
sus sentimientos.
Yo
sé de lo que hablo porque desde chico el sentir ha sido mi trabajo. En el
conservatorio, aprendiendo música, te enseñan a transmitir un sentimiento al
pulsar unas teclas en un orden determinado. Al leer, te empapas de emociones, y
al escribir las escurres de ti como si fueses un trapo sucio y mojado. Por eso,
aunque más de una vez haya querido divorciarme de mis sentimientos, no puedo
porque son mi vida.
Sin
embargo, estoy agotado emocionalmente. Tengo sólo dieciséis años y ya he
perdido la esperanza de encontrar a alguien con quien al estar, mi otro yo nos
mire desde fuera y piense: “Qué envidia”. Que sí, que la vida es larga, que soy
un niñato inmaduro y todo lo que queráis, pero yo me siento engañado. Creo que
si los libros y las películas no se empeñasen en reflejar los finales felices
que no ocurren en la realidad, no estaría tan desilusionado. Yo propondría que
al principio de cada historia, una nota aclaratoria que rezaría: “Basado en sueños imposibles, pero reales”.
Que
sonará a telenovela barata y a canción del momento, pero creo que el amor del que
hablamos normalmente debería de escribirse con h, porque estamos en el error de
hablar de él constantemente sin tener ni puta idea de lo que es. Hay quien dice
que el amor no existe –yo mismo lo he dicho más de una vez –pero creo que en
realidad lo que nos ocurre es que no queremos que exista para poder descansar y
no seguir buscando eso que nos complete ese “me falta algo pero no sé el qué”,
algo que llene este vacío.
Alejandro Berraquero, a 25 de Agosto de 2014 en hastaquesecolapselainspiracion.blogspot.com
Es un texto bastante bueno. Sin embargo hay algo en lo que no estoy ni remotamente de acuerdo. El amor, si se puede conjugar en pasado. El amor es algo que puede cambiar en el presente. Te enamoras de alguien, pero ese alguien puede cambiar con el tiempo. Entonces puedes conjugar el amor en el pasado, sino, que sentido tendría todas esas parejas que llegadas a cierta edad se divorcian? Que sentido tendría el primer amor que dicen que nunca es igual al resto? Y que visión de volver a amar tendría alguien que su pareja se ha muerto? El amor puede estar en pasado, en presente y en futuro. Puedes amar a varias personas en tu vida. Sin que tengas que haber amado a las tres hasta morir. Amas, y guardas cariño. Y vuelves a amar. No es que sea el mismo amor, todos los amores son distintos. Pero hay amores pasados, amores presentes y amores futuros.
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