domingo, 24 de agosto de 2014

Hamor

Aquí os regalo mis pensamientos y mis sentimientos. Si alguien está locamente enamorado de su novia y se siente ofendido, enhorabuena. Yo que él me sentiría afortunado. Muy afortunado.
Hamor
Hoy voy a hablaros del amor, pero no de la forma en la que os esperáis que lo haga.


Parémonos a pensar en las relaciones. Sí, ya sabéis, en todo eso que sucede entre los besos de dos personas. Hoy día se les critica que tienen última conexión, celos por culpa de las redes sociales y malentendidos basados en Internet. Pero seamos realistas, eso no se puede criticar, porque como dijo un humorista, el amor está actualizado. Antiguamente, podías estar saliendo con una persona y no hablar con ella en una semana porque no podías verla, pero hoy día eso es impensable. Gracias –o por culpa –de la tecnología, ni siquiera la distancia es una excusa del todo satisfactoria. El teléfono móvil y a las aplicaciones de mensajería instantánea propician que hablar veinticuatro horas al día con alguien sea posible –aunque por supuesto, no recomendable.
¿Qué quiere decir esto? Que el mundo se divide en dos grupos: Los que quieren querer y los que simplemente quieren, es decir, los que están enganchados por esa persona y necesitan demostrárselo continuamente y los que no sienten esa necesidad.
Los del primer grupo son los que se preocupan si el otro ha leído su mensaje pero no le ha contestado en el acto, si se para horas conectado y no le habla, si no le dice constantemente de verse, de quedar, de dar un paseo, de besarse. Éstos son los que más sufren, sí, pero también son los que más felices pueden llegar a ser.
Por contraposición tenemos a los segundos, a los que se dejan llevar, a los pasotas, a los que disfrutan más con la pose de duros que mostrándose tal y como son. Les dan igual las conexiones. Bueno, rectifico, les gusta conectarse a veces aunque sea un solo segundo para que al otro le quede constancia de que ha estado ahí pero no depende de él.
Dicho así, parece clara la solución, ¿No? ¿Por qué no nos esforzamos simplemente en ser felices y nos dejamos de tonterías? ¿O es que somos tontos? Si todos nos mostramos tal y como somos, sin temor a hacernos daño, nadie saldrá herido. Pero si nos andamos con los engaños, con el intentar quedar por encima, con el ir de difícil, tarde o temprano todos acabaremos solos.
Lo ideal es cuando dos personas del mismo grupo se conocen y se gustan. Aunque lo parezca, no es imposible. Conozco a quien incluso tengo el orgullo de considerar mi amigo, que parece que lo ha encontrado. Sí, me refiero a esa sonrisa tonta al hablar por teléfono y a esas ganas de hablar de ella constantemente aunque no venga a cuento. Eso es lo bonito.
Cuando paso al lado de una pareja, a veces –por desgracia, no todas las que me gustaría –noto que están en su pompa, en un mundo aislado del resto, que están conectados. Y sí, lo admito, siento envidia. Pero envidia sana. En alguna ocasión, yo mismo iba de la mano de mi pareja cuando me ha pasado esto, entonces me he parado y me he dicho a mí mismo, “Alejandro, ¿Qué estás haciendo? Estás con alguien a quien no amas, besas pero no sientes, el corazón, aunque suene a cursilada, en lugar de quedarse la sangre para sí mismo la bombea y ésta se escapa.” Y entonces, sólo entonces, siento la necesidad de huir. Porque desgraciadamente, nos conformamos con poco por el simple miedo a quedarnos solos.
Hay quien dice que ha estado enamorado, pero es mentira. ¿Qué por qué? Porque el amor no se puede conjugar en pasado. Si amas, lo haces para siempre, desde que te enamoras hasta que exhalas tu último suspiro. Que os parecerá incluso extremista, pero es que el amor es así. Los que dicen que han estado enamorados, no han sentido amor, sino obsesión. Sonará cruel, pero así lo veo yo. Nos veo a todos obsesionados de alguien que se siente vacío. Tampoco es cuestión de culpabilizar a la otra persona, seamos realistas, nadie controla sus sentimientos.
Yo sé de lo que hablo porque desde chico el sentir ha sido mi trabajo. En el conservatorio, aprendiendo música, te enseñan a transmitir un sentimiento al pulsar unas teclas en un orden determinado. Al leer, te empapas de emociones, y al escribir las escurres de ti como si fueses un trapo sucio y mojado. Por eso, aunque más de una vez haya querido divorciarme de mis sentimientos, no puedo porque son mi vida.
Sin embargo, estoy agotado emocionalmente. Tengo sólo dieciséis años y ya he perdido la esperanza de encontrar a alguien con quien al estar, mi otro yo nos mire desde fuera y piense: “Qué envidia”. Que sí, que la vida es larga, que soy un niñato inmaduro y todo lo que queráis, pero yo me siento engañado. Creo que si los libros y las películas no se empeñasen en reflejar los finales felices que no ocurren en la realidad, no estaría tan desilusionado. Yo propondría que al principio de cada historia, una nota aclaratoria que rezaría: “Basado en sueños imposibles, pero reales”.
Que sonará a telenovela barata y a canción del momento, pero creo que el amor del que hablamos normalmente debería de escribirse con h, porque estamos en el error de hablar de él constantemente sin tener ni puta idea de lo que es. Hay quien dice que el amor no existe –yo mismo lo he dicho más de una vez –pero creo que en realidad lo que nos ocurre es que no queremos que exista para poder descansar y no seguir buscando eso que nos complete ese “me falta algo pero no sé el qué”, algo que llene este vacío.

Alejandro Berraquero, a 25 de Agosto de 2014 en hastaquesecolapselainspiracion.blogspot.com

1 comentario:

  1. Es un texto bastante bueno. Sin embargo hay algo en lo que no estoy ni remotamente de acuerdo. El amor, si se puede conjugar en pasado. El amor es algo que puede cambiar en el presente. Te enamoras de alguien, pero ese alguien puede cambiar con el tiempo. Entonces puedes conjugar el amor en el pasado, sino, que sentido tendría todas esas parejas que llegadas a cierta edad se divorcian? Que sentido tendría el primer amor que dicen que nunca es igual al resto? Y que visión de volver a amar tendría alguien que su pareja se ha muerto? El amor puede estar en pasado, en presente y en futuro. Puedes amar a varias personas en tu vida. Sin que tengas que haber amado a las tres hasta morir. Amas, y guardas cariño. Y vuelves a amar. No es que sea el mismo amor, todos los amores son distintos. Pero hay amores pasados, amores presentes y amores futuros.

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