Hace
una semana os prometí una reflexión sobre el amor y aquí está. No os asustéis,
las “faltas de ortografía” están hechas adrede. Cuando empecéis a leer lo
entenderéis.
Espero
que comprendáis el trabajo que lleva detrás este texto, el cual no sólo hay
que pensarlo y escribirlo, sino redactarlo tal y como está redactado. Sino,
intentad hacerlo vosotros y comprobaréis que aunque parece sencillo es muy
trabajoso.
Un
abrazo a todos.
Aomr
Sgúen
un etsuido, si una plalbara teine las msiams lteras, meitnars epmeice y acbae
con la ltera crorceta, anuunqe etésn dreosrdnaes, nsetruo crreebo es cpaaz de
osrdnaleas icnosicnetnmeete e itnepretrear su mnaejse.
Yo
no sé si esto es ceitro o no, preo cero que pdroímoas dceir lo mmiso del aomr.
No
iptroma en qué odren scucdee, mnneirtas étse se porudca y tnega un cmoeizno y
un fnial. Tdoos, en toeíra, sbameos qué es el aomr. Cereoms que gneerlaemtne
cmoeizna con un bseo, -en oacsiones, no en el pirmero, y es que hoy día se dan
dmeaisados bseos por psaar el rtao. Y tmaibén, anuuqe no qeuarmos rcenocorelo y
nos hgamaos los tnotos dairimanente, sbameos cmóo abaca.
Sin
ebmrago, no etsá ecsirto qué scudee etnre el pirnicipo y el fnial de una
rleaicón. Ni en la Bbilia, ni en el Croán ni en nniugna gíua epsritiual o
rlegisoia hay un gióun sbroe qué dbee oucrrir a cnoitunación. A psear de ello, hay
ceirtas coass que en mi oipinón, anuuqe dserodneadas, nnuca dbeíran de flatar
en el aomr porufndo y sniecro con el que sñomaos.
Es
cruoiso cmóo los dtealles son las csoas más ipmercisndilbes. Por emjelpo, ese
mneasje de beuons daís caundo aún no tneímaos un hgoar cmoún. Aequlla vez en la que me
psue de rdoillas, y cmoo si te pdiese mtarimnoio, te djie viivémsoes jnuots. Ese
dsepetrarse, etxedner el barzo y ecnotnrar tu troso dseundo. Ese “cnico
mniutotis más” que te pdio cmoo si feuses mi mrade qeuirendo que me lvenate
praa ir al cloeigo. Ese vrtee en tarje de nvoia. Ese qiuátrtelo en el htoel. Ese
rcebiir una llmadaa del hsoiptal y que se me iulimne la craa de aelrgía prouqe
sé que dbeo ir crroeindo hcaia allí praa ver cmóo ncae neutsro hjio. Ese
mmoento de pnoer los aodnros en el ábrol de nvadiad, en el que etnre los dos
cgoemos al pqeueño de la csaa y le auapmos hsata la cpaa praa que pnoga la
etrsella en el pnuto más atlo. Eass mracas en la praed con dos cloroes dsitintos
y con una fceha al ldao, en las que va qeudadno cnosatncia de cmóo cercen
neustros hjios. Eass pleeas en las que dsicutmios proque uno es más premisvio
con los nñios que el orto. Ese doolr al ver cmóo neusrtos hiojs mdauran y se
van del ndio. Ese sliencio que se qudea en neustra csaa. Eoss rtaos con la
cihemnea ecnendida y un beun lbrio en las mnoas. Ese día a día que nos mrachita
a ti y a mí, preo no a nsootros. Ese riudo de neustros neitos bsucádnonos las
veultas praa que les cmoprmeos hleados. Ese sneitrnos veijos al no pdoer aclanzarlos caundo crroteaan por el psaillo. Ese ver cmóo eolls tmabéin se haecn
garndes y nsotros cdaa vez epmqeueeñecmos más. Eoss vrebos, qeurer, aamr, nceesitar,
daeser… que hcae dmeasiado que nos sbaen a pcoo y que no peuden epxresar qué es
ser uno con orta presona. Ese aidós, que en sectero seipmre he dseado dceir yo
pirmero praa no ver cmóo te vas tú y me qudeo sloo.
Y
es que no psaa nada, preo psaa la vida.
Qué
bnonito es el aomr y qué pornto se gatsa.
Preo
más bnoito es ver lo rlelaitvo que es el teimpo.
Por Alejandro
Berraquero, a 14 de Diciembre de 2014 en hastaquesecolapselainspiracion.blogspot.com
Aquí os dejo el
texto escrito normal, por si os cuesta mucho trabajo leer el original.
Amor
Según
un estudio, si una palabra tiene las mismas letras, mientras empiece y acabe
con la letra correcta, aunque estén desordenadas, nuestro cerebro es capaz de
ordenarlas inconscientemente e interpretar su mensaje.
Yo
no sé si esto es cierto o no, pero creo que podríamos decir lo mismo del amor.
No
importa en qué orden sucede, mientras este se produzca y tenga un comienzo y un
final. Todos, en teoría, sabemos qué es el amor. Creemos que generalmente
comienza con un beso, en ocasiones, no en el primero, y es que hoy día se dan
demasiados besos por pasar el rato.
Y
también, aunque no queramos reconocerlo y nos hagamos los tontos diariamente,
sabemos cómo acaba.
Sin
embargo, no está escrito qué sucede entre el principio y el final de una
relación. Ni en la Biblia, ni en el Corán ni en ninguna guía espiritual o religiosa
hay un guión sobre qué debe ocurrir a continuación. A pesar de ello, hay ciertas
cosas que en mi opinión, aunque desordenadas, nunca deberían de faltar en el
amor profundo y sincero con el que soñamos.
Es
curioso como los detalles son las cosas más imprescindibles. Por ejemplo, ese
mensaje de buenos días cuando aún no teníamos un hogar común. Aquella vez en la que me
puse de rodillas, y como si te pidiese matrimonio, te dije viviésemos juntos. Ese
despertarse, extender el brazo y encontrar tu torso desnudo. Ese “cinco
minutitos más” que te digo como si fueses mi madre queriendo que me levante
para ir al colegio. Ese verte en traje de novia. Ese quitártelo en el hotel. Ese
recibir una llamada del hospital y que se me ilumine la cara de alegría porque
sé que debo de ir corriendo hacia allí para ver cómo nace nuestro hijo. Ese
momento de poner los adornos en el árbol de navidad, en los que entre los dos
cogemos al pequeño de la casa y le aupamos hasta la copa para que ponga la
estrella en el punto más alto. Esas marcas en la pared con dos colores
distintos y con una fecha al lado, en las que va quedando constancia de cómo
crecen nuestros hijos. Esas peleas en las que discutimos porque uno es más
permisivo con los niños que el otro. Ese dolor al ver cómo nuestros hijos
maduran y se van del nido. Ese silencio que se queda en nuestra casa. Esos
ratos con la chimenea encendida y un buen libro en las manos. Ese día a día que
nos marchita a ti y a mí, pero no a nosotros. Ese ruido de nuestros nietos
buscándonos las vueltas para que les compremos helados. Ese sentirnos viejos al no poder alcanzarlos cuando corretean por el pasillo. Ese ver cómo
ellos también se hacen grandes y nosotros cada vez empequeñecemos más. Esos
verbos de querer, amar, necesitar, desear… que hace demasiado que nos saben a
poco y que no pueden expresar qué es ser uno con otra persona. Ese adiós, que
en secreto siempre he deseado decirlo yo primero para no ver cómo te vas tú y me
quedo solo.
Y
es que no pasa nada, pero pasa la vida.
Qué
bonito es el amor y qué pronto se gasta.
Pero
más bonito es ver lo relativo que es el tiempo.
Por Alejandro
Berraquero, a 14 de Diciembre de 2014 en
hastaquesecolapselainspiracion.blogspot.com
Supongo
que los mejores textos no necesitan una dedicatoria para que éstos estén
dedicados.
Hasta
que duela.
Llevar casados 27 años y pensar que fue ayer, eso también es amor, escrito del derecho o del revés.
ResponderEliminarRecién aterricé aquí desde La fraternidad de Babel y me ha emocionado tu entrada. Con tu permiso me quedo aquí a leer.
Saludos
Muchas gracias por tu comentario, el cual es una gran muestra de apoyo.
EliminarEspero que no te decepcionen el resto de textos y que también te emocionen. Conseguir un efecto así en alguien es algo increíble.
Quédate, pero no sólo con mi permiso, sino también con mi invitación.
Un abrazo.
Gracias por la invitación, muy amable, para entrar a leer mis textos solo tienes que pinchar en el nombre. Tardé mucho en saber que se entraba a los blogs de una forma tan sencilla. Uno se encuentra lecturas muy interesantes tal que así.
ResponderEliminarSaludos